amor

amor
¿como amas tu?

viernes, 15 de octubre de 2010

Affirmation Girls Worst Break Up Ever!!!

El punto de vista masculino...

Citas Amorosas

Cuando yo era niño, mi madre me enseñó dos reglas necesarias al ir de compras al mercado. La primera: nunca vayas cuando tengas hambre –todo te parecerá exquisito y por lo tanto gastarás más dinero de lo debido. Y la segunda regla:...asegúrate de elegir un buen carrito donde poner los alimentos.

He podido dominar la primera regla, pero no he tenido mucho éxito con la segunda. Soy un experto en elegir carros oxidados que hacen demasiado ruido, o que las ruedas le chillan tanto que te hacen parar los pelos de punta.

De todos los carros malos que puedas escoger, el peor es el «descontrolado». Este tipo de carrito parece tener voluntad propia. Cuando deseas ir hacia adelante, el carrito insiste en virar a la izquierda y chocar con la exhibición de Coca Cola. El cliente que elija un «descontrolado» no puede estar en paz —la voluntad del cliente contra la voluntad del carrito.

¿Por qué les estoy hablando sobre los carritos en el supermercado cuando este artículo es sobre las citas amorosas y el noviazgo? Pues traigo a la memoria mi mala suerte con los carritos de compra, porque en muchas ocasiones he tenido una lucha de voluntades similar en el noviazgo. No me refiero a conflictos con las chicas con quienes he salido. He luchado con todo el proceso como tal.

En base a mis experiencias y a lo que he estudiado en la Palabra de Dios, he llegado a la conclusión de que para el cristiano, las citas románticas son como el carrito descontrolado —un sistema de valores y actitudes que quieren ir en dirección diferente a la que Dios ha trazado para nosotros. Permíteme explicarte por qué.

El dominio propio no es suficiente.

En cierta ocasión escuché a un pastor de jóvenes disertar sobre el tema del amor y el sexo. Contó una conmovedora historia sobre Eric y Jenny, dos jóvenes cristianos maduros que habían estado muy activos en su grupo juvenil unos años atrás. La relación entre Eric y Jenny había comenzado de manera muy inocente —ir al cine los viernes por la noche y caminatas en el parque. Pero a medida que pasó el tiempo, su relación física comenzó a acelerarse cada vez más, y terminaron durmiendo juntos. Poco tiempo después desanimados y heridos, decidieron romper con la relación.

El pastor que relataba la historia, se encontró con ellos unos años más tarde durante una reunión estudiantil. Jenny estaba casada y tenía un hijo; Eric estaba soltero. Sin embargo, ambos se acercaron al pastor por separado, y expresaron estar atravesando por un trauma emocional y luchando con sentimientos de culpa por los recuerdos del pasado.

Cuando el pastor terminó de contar la historia, no se escuchaba ni el más mínimo sonido. Todos se quedó esperábamos recibir algún tipo de solución. Todos conocíamos la realidad de la historia que acababa de relatar. Algunos habíamos cometido el mismo error o lo habíamos visto en las vidas de nuestros amigos. Todos estábamos deseando algo mejor, esperábamos escuchar del pastor lo que debíamos hacer, que nos diera una alternativa.

Pero esa tarde no nos ofreció otra alternativa. Evidentemente él pensó que el único error que la pareja cometió fue ceder a la tentación, que deberían haber tenido dominio propio. Aunque el pastor nos alentó a considerar un resultado diferente —reservar el sexo para el matrimonio— en realidad no nos ofreció una práctica diferente.

¿Es esta la respuesta que necesitamos? ¿Comenzar en el mismo camino en el cual tantos otros han caído, con la esperanza de que en ese momento crítico, puedas desarrollar la habilidad de controlarte? Darles a los jóvenes este tipo de consejo es como darle a un individuo un carrito que está descontrolado, y enviarlo a una tienda llena de las más preciadas exhibiciones de cristal. ¿Podríamos esperar que la persona conducirá el carrito entre los pasillos, cuando realmente sabemos que siempre se sale del camino? Me parece poco realista.

Sin embargo, esto es exactamente lo que pretendemos en muchas de nuestras relaciones. El sistema americano de citas amorosas tiene problemas en su concepción. Es posible que las intenciones de Eric y Jenny fueran buenas, pero fundamentaron su relación de acuerdo a las actitudes y patrones poco saludables respecto al romance que se encuentran en nuestra cultura Lamentablemente continúan pagando las consecuencias aún cuando son adultos.

Los siguientes siete hábitos de las citas que no son saludables representan algunos de los desvíos repentinos que a menudo ocurren en los noviazgos. Quizá te puedas identificar con uno o dos de estos hábitos.

1. El noviazgo te lleva a la intimidad, pero no necesariamente al compromiso.

Jazmín era una estudiante de tercer año de la escuela secundaria. Su novio Tomás, era estudiante de cuarto año. Él representaba todo lo que Jazmín jamás deseó en un chico, y por espacio de ocho meses eran casi inseparables. Pero dos meses antes que Tomás se fuera a la universidad, le dio a Jazmín la repentina noticia de que ya no quería ser su novio.

Me contó Jazmín: —Terminar con Tomás, fue la cosa más difícil que jamás me había sucedido. A pesar de que en su relación física nunca hicieron nada aparte de besarse, Jazmín le había entregado su corazón a Tomás por completo. Él había disfrutado de la intimidad dentro de la relación mientras sus necesidades fueron atendidas, pero cuando llegó el momento de comenzar una nueva etapa en su vida, entonces rechazó a Jazmín.

¿Te suena familiar esta historia? Quizá has escuchado una historia similar de algún amigo, o tal vez la experiencia haya sido personal. Al igual que muchos noviazgos, Jazmín y Tomás, participaron de su intimidad sin haber pensado en el compromiso, o de qué manera ambos serían afectados al terminar la relación.

Le podríamos echar la culpa a Tomás por ser tan descarado, pero debemos primero hacernos una pregunta: ¿cuál es la verdadera intención detrás de la mayoría de los noviazgos modernos? A menudo estas relaciones alientan la intimidad la intimidad por sí misma, dos personas se unen sin la más mínima intención de establecer un compromiso a largo plazo.

Profundizar la intimidad sin profundizar el nivel de compromiso es muy peligroso. Muchas personas que experimentan profundo dolor al exponerse y hacerse vulnerables emocional y físicamente, sólo para ser abandonados por otros que dicen no estar preparados para establecer un compromiso más serio y formal.

La intimidad es una experiencia hermosa la cual Dios desea que disfrutemos. Pero Dios quiso que la intimidad sea el resultado de un compromiso basado en el amor. Quizá pienses que la intimidad entre un hombre y una mujer no es nada más que la decoración de un pastel de una relación que se dirige hacia el matrimonio. Si consideramos la intimidad desde este punto de vista, entonces la gran mayoría de los noviazgos modernos son pura decoración. Por lo general carecen de propósito o de un destino definido. En la mayoría de los casos, especialmente entre los adolescentes, el relación es a corto plazo y satisface las necesidades del momento. Las personas salen juntas porque anhelan disfrutar de los beneficios emocionales y aun físicos de la intimidad, sin la responsabilidad de un verdadero compromiso.

Es importante reconocer que este tipo de noviazgo no siempre ha existido. Veo las citas y el noviazgo a corto plazo, como el producto de la cultura americana la cual es motivada por todo lo que es entretenimiento y donde todo es desechable. Años antes de que la revistas populares comenzaran a ofrecerles a los adolescentes consejos sobre el noviazgo, las cosas eran completamente diferentes.

A principios del presente siglo veinte, un chico y una chica se involucraban románticamente sólo si estaban planeando casarse. Si un joven visitaba con frecuencia la casa de una joven, los familiares y amigos suponían que su intención era proponer matrimonio. Sin embargo, los cambios de actitud en la cultura trajeron cambios radicales. Las nuevas reglas dieron a las personas la oportunidad de darle rienda suelta a todas las emociones del amor romántico, sin la más mínima intención de casarse. El amor y el romance llegaron a convertirse en cosas que la gente podía disfrutar sólo por su valor recreativo.

Para los cristianos, este desvío brusco y negativo es la raíz de los problemas en el noviazgo. La intimidad sin compromiso despierta los deseos —emocionales y físicos— que en la pareja, ninguno de los dos pueden suplir correctamente. En 1 Tesalonicenses 4:6, la Biblia se refiere a esto como «defraudar» o engañar a alguien al elevar las expectativas de lo que puede ser, y no cumplir con lo prometido.

2. El noviazgo a corto plazo tiende a pasar por alto la etapa de la amistad.

Javier conoció a Lily en un retiro de la iglesia. Lily era una chica amigable, y gozaba de la reputación de tomar su relación con Dios muy en serio. Javier y Lily entablaron una conversación durante un juego de voleibol, y se estableció una amistosa relación. Javier no estaba interesado en una relación profunda, pero sí deseaba conocer mejor a Lily. Dos días después del retiro, la llamó y le preguntó si le gustaría ir al cine el próximo fin de semana, y aceptó.

Javier, ¿hizo lo correcto? Pues, en términos de conseguir una cita con una chica más, hizo lo necesario, pero si en realidad su intención era conocer mejor a Lily, más que seguro fracasó. Salir en pareja generalmente promueve pasar por alto lo que puede ser una amistad, para involucrarse en el romance demasiado pronto.

¿Has oído a alguien decir lo siguiente acerca de la posibilidad de salir con un viejo amigo?

—Él me invitó a salir, pero tengo miedo que si comenzáramos a salir en serio, arruinaría nuestra amistad.

En realidad, las personas que hacen declaraciones como esta, conscientemente o no, reconocen que las citas alientan las ilusiones románticas y desalientan la formación de una verdadera amistad. En una verdadera amistad no te sientes presionado al saber que te gusta la otra persona, o que tú le gustas a ella. Al estar con un amigo te sientes libre de ser tú mismo, y de participar en actividades juntos, sin pasar horas frente al espejo procurando verte perfecta.

El autor C.S. Lewis describe la amistad como dos personas que caminan una al lado de la otra y se dirigen hacia una meta común. Lo que los une son los intereses que tiene en común. Javier pasó por alto esta etapa de amistad, al invitar a Lily que compartiera con él una cita típica y poco prudente, porque llevarla al cine y luego a cenar enfatizaba su relación como pareja.

En una cita, la atracción romántica es a menudo la piedra angular de la relación. La premisa que se establece al salir en una cita es: Me atraes, por lo tanto vamos a conocernos. Si después de desarrollar una amistad, se desarrolla una atracción romántica, pues eso es beneficio adicional.

La intimidad sin compromiso es un agravio. Una relación fundamentada sólo en la atracción física y sobre sentimientos románticos, va a durar tanto como duren los sentimientos.

3. En la citas a menudo se confunde la relación física por amor

La intención de David y Ana nunca fue la de involucrarse románticamente en su primera cita. David no tenía «sólo una cosa en mente», y Ana no «esa ese clase de chica». Simplemente ocurrió lo que ocurrió. Habían ido juntos a un concierto, y luego se fueron a casa de Ana a ver un video. Durante la película, Ana hizo un chiste sobre los intentos de David de bailar durante el concierto. Él comenzó a hacerle cosquillas. La lucha juguetona entre ambos de pronto cesó, al hallarse mirándose a los ojos, mientras David se inclinada sobre ella en el piso de la sala. Se besaron. Era como algo que habían visto en las películas. Se sentían tan bien.

Pudo haberse sentido bien, pero la prematura introducción del contacto físico a su relación añadió confusión. David y Ana en realidad no se conocían bien, pero de repente se sentían muy cerca el uno del otro. Al progresar su relación, mantenerse objetivo se hizo cada vez más difícil. Cada vez que intentaban evaluar los valores sobre los cuales descansaba su relación, inmediatamente venía a sus mentes la intimidad y la pasión presente en su relación física. «Es obvio que nos amamos», pensaba Ana. ¿Pero en verdad se amaban? Sólo porque dos labios se han tocado, no quiere decir que los corazones se han unido, y dos cuerpos que se atraen mutuamente no significa que dos individuos pueden convivir como pareja. Una relación física no es lo mismo que el amor.

Cuando consideramos que en nuestra cultura el «amor» y el «sexo» se consideran intercambiables, no nos debe sorprender la mayoría de los noviazgos modernos confunden la atracción y la intimidad sexual con el verdadero amor. Tristemente, muchos creyentes tienen este tipo de vínculos que refleja esta falsa manera de pensar.

Al examinar el progreso de la mayoría de las relaciones, podemos ver con claridad cómo es que la práctica de las citas y el noviazgo alientan esta sustitución. En primer lugar, como ya hemos dicho, este tipo de unión no siempre involucra un compromiso de por vida, por esta razón, muchas comienzan por la atracción física. La actitud fundamental es que los valores principales de una persona provienen de su apariencia física y su comportamiento durante la cita. Aun antes del primer beso, el aspecto físico y sensual ya ha tomado prioridad sobre la relación.

Segundo, a menudo la relación se dirige desenfrenadamente hacia la intimidad artificial. Debido a que este tipo de relación no requiere compromiso, las dos personas involucradas permiten que las necesidades y las pasiones del momento se vuelvan centrales. La pareja no se considera como posibles compañeros de por vida, o tampoco toman en cuenta las responsabilidades de un matrimonio. En vez de esto, se concentran en las demandas del momento, y es con este tipo de mentalidad que la relación física de la pareja puede fácilmente convertirse en el centro de atención.

Si un chico y una chica pasan por alto la etapa de la amistad, a menudo la lujuria se convierte en el interés que los une. Como resultado, la pareja juzga la seriedad de su relación basado en el nivel de la relación física. Dos personas que salen juntas anhelan sentir que son especial el uno para el otro, y pueden expresar esto concretamente a través de la intimidad física. Comienzan a distinguir su relación especial por medio de darse las manos, besarse y todo lo que le sigue. Es por esta razón que la mayoría de las personas creen que salir con alguien implica cierto nivel de participación física.

Centralizándose en el aspecto físico dentro de este tipo de vínculos, es simplemente pecado. Dios demanda pureza sexual, y lo hace por nuestro bien. Involucrarse con otra persona físicamente puede distorsionar la perspectiva que dos individuos deben tener el uno del otro y llevarlos a tomar decisiones poco sabias. Dios también sabe que inevitablemente llevaremos con nosotros al matrimonio los recuerdos de las relaciones físicas pasadas. Él no desea que vivamos vidas llenas de culpa y remordimiento.

Relacionarse físicamente puede lograr que dos individuos se sientan muy cercanos el uno al otro. Pero, si muchas parejas evaluaran el enfoque en su relación, es probable que descubrirían que lo único que tienen en común es lo físico.

4. A menudo las citas aíslan a la pareja de otras relaciones vitales.

Durante el tiempo que Gabriel y Marta estuvieron saliendo, no tenían necesidad de nadie más. Gabriel no tuvo que pensarlo dos veces para dejar el estudio bíblico los miércoles por la noche, ya que esto significaba pasar más tiempo junto a Marta.

A Marta, por su lado, ni se le ocurría pensar en lo poco que hablaba con su hermana menor y con su mamá ahora que estaba saliendo con Gabriel. Tampoco se daba cuenta de que cuando hablaba con ellas, todas sus oraciones comenzaban con «Gabriel esto....» y «Gabriel dijo tal cosa....» Sin querer, ambos se habían desconectado de toda relación significativa.

Una cita amorosa, por definición propia, tiene que ver con dos personas que están centradas la una en la otra.
Lamentablemente, en la mayoría de los casos el resto del mundo se desvanece en el fondo oscuro. Si en alguna ocasión te has sentido como un tercero que no pertenece al grupo, al salir con dos amigos que están de novios, sabes muy bien que lo que digo es cierto.

Cuando permitimos que una relación opaque todas las otras, hemos perdido toda perspectiva. Proverbios 15:22 dice: «Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman». Si las decisiones que tomamos respecto a la vida, están fundamentadas sólo en la influencia de una sola relación, es muy probable que nuestras decisiones sean deficientes.

Debido a que las citas amorosas tienen se centran en los planes de la pareja; los asuntos de mayor importancia relativos al matrimonio, la familia y la fe probablemente están en peligro.

En su libro titulado Pasión y pureza (Passion and Purity), Elizabeth Elliot afirma: «A menos que un hombre esté completamente preparado para pedirle a una mujer que sea su esposa, ¿qué derecho tiene él de reclamar su atención en forma exclusiva? A menos que a ella le hallan pedido casarse ¿por qué razón una mujer sensata le ha de prometer a un hombre toda su atención?» ¿Cuántas personas son las que, al terminar con una relación romántica, se dan cuenta de que sus lazos de amistad con otras personas han sufrido daños?

Cuando Gabriel y Marta decidieron terminar con su relación, se sorprendieron al encontrar que sus lazos de amistad con otros amigos estaban en tan mal estado. Ninguno de ellos había invertido tiempo o esfuerzo en mantener sus amistades, mientras se concentraban en su relación amorosa.

Toda la atención que a menudo se espera en las relaciones amorosas, posee la habilidad de robarle a la gente la pasión por servir en la iglesia y de aislarlos de aquellos amigos quienes más los aman, de los miembros de su familia que son quienes los conocen mejor que nadie, y más triste aun, de Dios mismo, cuya voluntad es más importante que cualquier interés romántico.

5. Las citas, en muchos de los casos, distraen a los jóvenes adultos de su responsabilidad principal que es prepararse para el futuro.

Una de las tendencias más tristes causadas por las citas amorosas es la manera en que los jóvenes se distraen y no desarrollan las habilidades y destrezas que Dios les ha dado. En lugar de capacitarse con el carácter, la educación y la experiencia necesaria para tener éxito en la vida, son muchos los que permiten ser consumidos por las necesidades que se enfatizan en las citas.

Cristóbal y Estefanía comenzaron a salir juntos cuando ambos tenían quince años. Nunca se involucraron físicamente, y cuando terminaron la relación dos años más tarde, el rompimiento fue amistoso. Entonces ¿cuál fue el daño hecho? En cierto sentido ninguno, ya que ninguno de los dos se involucró en problemas. Pero podemos comenzar a ver algunos problemas al examinar lo que ellos pudieron haber hecho, si no hubiesen estado involucrados en una relación. Mantener una relación requiere bastante tiempo y energía. Cristóbal y Estefanía pasaron incontables horas hablando, escribiendo, pensando y a menudo preocupándose por su relación. La energía que invirtieron fue robaba de otros intereses. En cuanto a Cristóbal se refiere, la relación le robaba el entusiasmo por su pasatiempo favorito que era la programación de computadoras, y su participación en el grupo musical de su iglesia. Y aunque Estefanía no culpaba a Cristóbal, ella sí rechazó varias oportunidades de ir en grupos misioneros a corto plazo, porque no quería separarse de él. Su relación les robó el tiempo que ambos pudieron estar utilizando para desarrollar destrezas y explorar nuevas oportunidades.

6. El noviazgo y la citas pueden resultar en desacuerdo con el regalo de Dios de la soltería.

Dios nos da la soltería, una etapa en nuestras vidas, inigualable en oportunidades sin fronteras para poder crecer, aprender y servir, y sin embargo, lo consideramos como la oportunidad para estar entretenidos en el juego de encontrar y conservar novios y novias. Pero lo realmente hermoso de estar soltero no lo encontramos en correr tras el romance con todas las personas que nos sea posible; sino que lo hallamos al usar nuestra libertad para servir a Dios con total entrega.

La citas y el noviazgo a corto plazo producen insatisfacción simplemente porque alientan el mal uso de esta libertad. Dios ha colocado en la mayoría de los hombres y de las mujeres el deseo de casarse. Y a pesar de que no pecamos al pensar en el matrimonio, sí somos culpables de la mala mayordomía de nuestra soltería. Podemos ser hallados culpables al permitir que el deseo por algo que Dios obviamente no quiere aún para nosotros, nos robe la habilidad de gozar y apreciar lo que Él ya nos ha dado. Las citas representan el papel de fomentar esta insatisfacción, porque provee a los solteros la suficiente intimidad como para dejarlos deseando poder tener más. En lugar de disfrutar de las cualidades únicas de la soltería, el noviazgo a corto plazo y las citas enfatizan aquello que los jóvenes aún no tienen.

7. Las citas crean un ambiente artificial para la evaluación del carácter de la otra persona.

Los jóvenes que sinceramente desean descubrir si alguien está apto para el matrimonio, deben comprender que la manera en que generalmente se llevan a cabo las citas son un impedimento para este proceso. Este tipo de salidas crean un ambiente artificial en el cual dos personas se han de conocer y como resultado, podrán fácilmente proyectar una imagen igualmente artificial.

Las citas crean un ambiente artificial en el cual no es necesario que la persona manifieste claramente sus características positivas y negativas. Durante una cita, cualquier individuo puede cautivar el corazón de la persona con quien ha salido. Ser encantador en una cita nada dice sobre su carácter o su habilidad para llegar a ser un buen esposo o esposa.

Parte de la razón por la cual las citas son divertidas, es porque nos provee de un descanso de lo que es la vida real. Pero dos personas que estén considerando seriamente la posibilidad de casarse, necesitan estar seguros de no relacionarse sólo con el aspecto divertido y romántico del noviazgo. Su prioridad no debe ser alejarse de la vida real; ¡van a necesitar una fuerte dosis de realidad objetiva! Necesitan conocerse el uno al otro en el ambiente real compuesto por amigos y familiares.

Ambos necesitan verse sirviendo y trabajando. ¿Cómo se relaciona él con las personas que lo conocen mejor? ¿Cómo reacciona ella cuando las cosas no funcionan a la perfección? Al considerar quién será nuestro futuro compañero, necesitamos encontrarle respuesta a este tipo de preguntas, que no serán contestadas durante ni por medio de las citas.

Los viejos hábitos no mueren con facilidad

Los siete hábitos de las citas amorosas que no son saludables revelan que no podemos arreglar muchos de los problemas que se nos presentan en las citas y en los noviazgos a corto plazo, con reorganizar el sistema. Yo creo que en las salidas existen tendencias peligrosas, las cuales no desaparecerán sólo por el hecho de que un cristiano es quien la maneje. También aquellos cristianos que pueden evitar los abismos del sexo premarital y los rompimientos traumáticos, con frecuencia consumen mucha energía luchando contra la tentación.

Pienso que por demasiado tiempo nos hemos enfrentado al tema de las relaciones usando la mentalidad y los valores del mundo. No perdamos más tiempo luchando contra el carrito descontrolado. Es hora de adoptar una nueva actitud y una nueva práctica.

Reconciliaciones

Dice el saber popular que en toda pareja existen peleas, y que lo mejor de esas peleas son las reconciliaciones.
Asimismo, algunos iluminados sostienen que las peleas “hacen bien”, que ayudan a los integrantes de la pareja a conocerse más. Los más extremistas confiesan en rueda de amigos que muchas veces provocan peleas absurdas, generalmente violentas, para disfrutar luego del sexo reconciliatorio.
Y de todo esto vamos a hablar hoy, que me levanté de un humor fenómeno. Veamos por partes las afirmaciones anteriores.
En toda pareja existen peleas. Sí, bueno, pero bien podría no haberlas. Sería mejor. El reconocimiento de la existencia de las peleas no significa que éstas sean buenas. Es absurdo que frente a una severa disputa con su novia, uno le reste importancia pensando: “Y bueh, en toda pareja hay peleas...”. Es como conformarse diciendo que pobres ha habido siempre, que todos nos vamos a morir algún día o que peor es vivir en Somalia. Las peleas están, sí. Pero son una mierda. Es hora de que se sepa.
El siguiente punto dice que lo mejor de las peleas son las reconciliaciones. Otra pavada monumental, similar a decir que lo mejor de las guerras son sus finales. Claro que sí, vaya novedad. No es que una reconciliación sea lo mejor. Es mejor que la pelea, en todo caso. No es que la firma de un tratado sea lo mejor. Es mejor que la guerra pero quedan dos o más países hechos mierda, con varios miles de muertos y un futuro negro.
Después seguiremos con este temita, pero antes veamos el tercer asuntito, que dice que las peleas sirven para conocerse más, como si tirarse con ceniceros fuera una actividad académica. ¿Qué aprendimos luego de una reyerta conyugal? Nada, excepto que nuestra mujer tiene una respetable habilidad para manejar la zurda para dar puntapiés, que arregla la lámpara que nos regaló la nona y que sirvió como proyectil (la lámpara, no la nona) nos va a costar medio sueldo, y que el Ratisalil no sirve una mierda para calmar el dolor de una patada en los huevos.
Hasta aquí, nadie va a poder demostrarme lo maravilloso y “normal” que tienen estas escenas de violencia.
Pero sigamos profundizando, dijo el ginecólogo.

RECONCILIACIONES EN GENERAL

Básicamente hay tres tipos de reconciliaciones:
a) La negociación;
b) El “aquí no ha pasado nada”; y
c) La rendición lisa y llana.
La primera de ellas suele ser la más publicitadas por los matrimonios
modernos y psicoanalizados, quienes creen que todo puede charlarse, entenderse y explicarse. Estas gentes sostienen que hasta la corneada más atroz puede solucionarse mientras se toma un café. Sin ser tan fanáticos, esta “negociación” se basa en un intercambio de ideas, en la que el marido le manifiesta a su mujer que no le pareció bien que ella se encamara con el vigilante de la esquina. Ella se defiende argumentando que lo hizo para castigarlo a él (a su marido, no al vigilante que la pasó fenómeno) porque la semana pasada no quiso llevarla a ella al cinematógrafo. El comprende y justifica el accionar de la señora y llegan a un acuerdo: él la llevara todos los fines de semana a ver todos los estrenos hollywoodenses y ella no volverá a encamarse con agentes del orden.
Todo esto que parece tan civilizado y “chic”, no es más que una formidable pelotudez. En estas negociaciones siempre hay uno que pierde y otro que gana y, casualmente, quien más gana es quien se mandó la mayor cagada. El que ha sido cagado termina pidiendo perdón y sacrificando cosas que van desde el orgullo hasta algunos hábitos.
La segunda opción, la de “aquí no ha pasado nada”, también es peligrosa, aunque muy romántica y cinematográfica.
Consiste más o menos en lo siguiente: una pareja se pelea por motivos que no vienen al caso pero que seguramente son culpa de la mujer. Se gritan, se putean, se arrojan con comestibles, pasan luego a tirarse con adornos y elementos de cierto peso y volumen. El le grita “puta”, ella le dice “enfermo”, el vuelve a decirle “puta”, ella lo acusa de “inmaduro”, el insiste en gritarle “puta” y no por falta de originalidad, con lo que ya podemos ir sospechando por dónde pasa el quid de la cuestión. Ella le saca la lengua con gesto burlón. El intenta sacarle un ojo, pero con un picahielo. Ella le tira con lo primero que tiene a mano, en este caso la tortuga, y se refugia en el cuarto de baño. El le tira la puerta abajo. Ella se frota la barbilla diciendo “chiva, chiva”. El arroja un trompazo. Ella se agacha y el puño se clava en el espejo del botiquín. Rato más tarde, cuando él regresa de la salita de primeros auxilios convertido en el primer hombre con espejo retrovisor incorporado a la mano, ella lo espera envuelta en un body rojo. El la abraza. Ella se pincha con un pedacito de espejo que al tipo le queda entre el pulgar y el índice. Ambos ríen. Se besan. Se acarician. Se cogen. Bueno, no, él la coge a ella, no seamos tan bizarros. Y luego del orgasmo siguen besándose y haciéndose mimos.
De la pelea ni rastros. Si esto fuera una película, éste sería el momento para los títulos de cierre, todos felices y contentos. Pero no es una película, no. Es la vida real. Y ahí están los dos, momentáneamente reconciliados, pero con un montón de mierda flotando alrededor, con la mitad del mobiliario roto, con una mano inutilizada para siempre, con un montón de puteadas cuyos ecos todavía resuenan en la habitación.
¿Aquí no ha pasado nada? ¡Las pelotas!
Aparentemente ya está todo bien. Pero no. La mierda quedó. Y volverá a salir a flote en cuanto uno de los dos se acuerde. En cuanto el tipo vaya a afeitarse a la mañana y descubra que no hay botiquín y que tendrá que afeitarse mirándose en su mano derecha. En cuanto ella se tenga que maquillar de memoria. En cuanto no encuentren algunos de los objetos que volaron tres pisos abajo. En cuanto el “amiguito de la infancia” de la chica, el hijo de un millón de putas que provoco todo este incidente aparezca otra vez o llame otra vez. En fin, en cualquier momento, antes o después, la mierda saldrá a flote y los tapará a los dos de una vez y para siempre.

¡ME RINDO, ME RINDO!

Este último caso ni siquiera debería ser tomado en cuenta por un varón, pero veámoslo por las dudas, que nunca viene mal.
Supongamos que, apenas iniciada su relación de pareja, usted tiene un pequeño e insignificante entredicho con su novia. Una pavada, supongamos que usted se olvidó de que en determinada fecha se cumplieron tres semanas de la segunda vez que fueron al cine. Ella se hace un poco la ofendidita y usted, un poco para divertirla y un poco para terminar ya con la miniescena y dedicarse a coger, se hace un poco el boludo e imita por ejemplo a un animalito: “¡Beee, beee... soy la ovejita tristona! ¿Me perdonás, beee...beee?”. Su novia, en parte enternecida, en parte tentada de la risa al ver a un pelotudo de 90 kilos, en slip rojo y con barba de una semana haciendo beee, beee, lo perdona y a otra cosa mariposa.
A las dos horas usted se olvida del tema y, cuando le sugiere a su chica la idea de ir a cenar, ella se niega.
-¡No quiero!
-¿Qué mierda te pasa?
-Nada. Estoy enojada.
-¿Enojada por qué?
-Ah, no sé... pero estoy enojada. Pedime perdón –dice ella sonriendo un poco-.
-¿Por qué mierda te voy a pedir perdón por algo que ni sé qué es?
-Haceme la ovejita.
-¿?
-¡La ovejita! ¡Bee bee!
-¡Ah, bueno! Bee be... ¡Listo, vamos a comer!
-No, no! ¡Hacela bien! ¡Con trompita!
Y usted hace la ovejita, beee beee, con trompita y todo y van a cenar.
Esta pelotudez, aparentemente insignificante, se pone peligrosa cuando pasa a convertirse en mito imprescindible para cualquier intento de reconciliación, por fuerte que sea la pelea y sea cual fuere el lugar donde se encontraren, digo yo por no haberle pifiado a las conjugaciones.
A partir de ahora, usted deberá imitar a un ovino maricón cada vez que su novia se haga la ofendida, sin importar que estén en un restaurante de categoría, compartiendo una cena con el gerente de su empresa.
Usted ha sentado un precedente y a partir de ese momento, antes de intentar cualquier tipo de diálogo serio con su pareja, deberá imitar el balido de una oveja malcogida poniendo trompita, aunque estén peleando porque ella se puso en pedo y le eructó en el oído al gerente.
Además, dejando de lado lo del beee, beee, que puede ser una gracia, después de todo, lo importante es que usted pidió perdón primero –recordemos que por una boludez-, y desde ese momento deberá pedir perdón siempre, en cualquier ocasión, cualquiera sea el motivo y cualquiera sea el culpable.
Una cagada, vea.

"Boyfriends I have Been" Tales Of Mere Existence


El punto de vista masculino....

infidelidad

divorcio

EL PROBLEMA DEL DIVORCIO
1. ¿Es bueno romper un matrimonio? Todos prefieren que el matrimonio y la familia no se rompan. Lo deseable es que el matrimonio permanezca hasta que la muerte los separe. Las diferentes opiniones surgen en los casos difíciles, pues hay circunstancias donde la convivencia es tan dura que oculta de la vista los bienes que el matrimonio protege.
2. ¿Qué bienes protege el matrimonio? La indisolubilidad matrimonial custodia varios bienes:
  • La estabilidad, paz y seguridad personal, familiar y social. La seguridad de amor y afecto en la vejez.
  • La educación, crecimiento armónico y estabilidad afectiva de los hijos. A veces hasta su alimentación.
  • La dignidad del cuerpo humano que no debe ser objeto de intercambio (hoy con una persona, mañana con otra).
  • La indisolubilidad también protege el amor, comprensión y ayuda mutua entre los esposos, sobre todo cuando surgen dificultades, pues el saberse unidos para siempre ayuda a poner el esfuerzo necesario para una convivencia mejor.
3. ¿Si surgen dificultades pequeñas? Las dificultades pequeñas no son suficiente motivo para perder los bienes anteriores. Son más bien ocasión de aprender a amar.
4. ¿Si surgen dificultades grandes? Hay dificultades de tal peso que implican la pérdida de varios de los bienes citados. Por ejemplo, el adulterio y la violencia física habitual rompen la lealtad, la paz y afecto familiares. En estos casos difíciles, la separación sin ruptura completa puede ser un mal menor que permite mantener algunos de los bienes que se están resquebrajando, como la educación de los hijos y la paz personal. En la medida de lo posible debe evitarse también la separación pues los hijos necesitan una familia unida.
5. En esas situaciones, ¿una boda diferente no recuperaría esos bienes? No, no; pero es costoso entenderlo:
  • Con el divorcio los hijos sufren desequilibrios y tensiones afectivas, y falta de orientaciones claras. Por ejemplo, es frecuente consentirles mucho para ganarles hacia una parte frente a la otra, a quien no saben si amar u odiar.
  • La persona culpable no se corrige con el divorcio, sino se afianza en su conducta: si una persona no me satisface, me voy con otra, y así sucesivamente. En cambio, si no se le permite casarse de nuevo, no podrá dañar a otras, salvo que entren a su juego como amantes.
  • La persona inocente que no se casa de nuevo mantiene en su interior y ante sus hijos la lealtad de su palabra y su conducta. Conserva también la dignidad de su cuerpo que no entrega a otro.
6. Pero, si no hay divorcio, no podrá usar del sexo.- Esta dificultad no suele plantearse a la hora del divorcio. Todos saben lo fácil que es encontrar sexo y la poca felicidad que proporciona.
7. Si un matrimonio fracasa, ¿no es mejor intentarlo con otro y rehacer la vida? Esta idea suena bien, pero el matrimonio no es algo mágico que arregla vidas. El matrimonio está para formar familias, y precisamente la fuerza y el encanto del matrimonio está en la indisolubilidad. Sólo así la familia goza de seguridad estable.
8. ¿Qué hacer en casos difíciles; (por ejemplo, si el marido abandona el hogar)? Cada caso tendrá su consejo adecuado. Cuando un cónyuge abandona el hogar, la familia se mantiene aunque los vínculos con él se debilitan. Él no cumple sus obligaciones familiares, pero sigue siendo el padre. Si no se puede contar con él, habrá que sacar adelante la familia sin su colaboración. Pero añadir otro padre no arregla las cosas sino que introduce un conflicto más.
9. ¿Y quien se casa de nuevo tras enviudar? Esto es correcto, y las diferencias con el divorcio son importantes. En el caso de la viudez:
  • La dignidad del cuerpo no sufre pues sigue siendo uno con una para siempre. En la viudez el cuerpo anterior ya no existe.
  • La estabilidad y seguridad familiar permanece garantizada pues sigue siendo una boda para siempre.
  • Los hijos no padecen tensiones de doble paternidad simultánea; ni se les introduce odio hacia ninguno de los dos padres. Puede haber alguna dificultad de acoplamiento, pero son problemas inferiores al caso del divorcio.
10. El divorcio es un problema social? A primera vista el divorcio es algo privado que atañe a la familia afectada de modo que sólo ella queda perjudicada. Sin embargo, el problema se extiende a la sociedad cuando el divorcio se generaliza a muchos casos. Entonces la sociedad se llena de hijos y familias alterados y el ambiente social se deteriora. Por esto es importante evitar las leyes divorcistas.
B. LAS LEYES DIVORCISTAS
1. ¿Las leyes divorcistas favorecen la libertad? Parece que el divorcio favorece la libertad, pero en realidad lo que favorece es la ruptura familiar. Adulterios los ha habido siempre -con divorcio y sin divorcio-; lo que el divorcio hace es que el adulterio sea más fácil. Si una ley facilita obrar mal, dificulta la libertad pues invita a escoger equivocadamente, y una elección mala es prueba de libertad defectuosa.
2. ¿Qué males origina una ley divorcista?:
  • El divorcio fomenta el divorcio, como demuestra la experiencia en muchos países. La gente en vez de tener paciencia y aprender a entenderse, piensan en romper a la menor dificultad un poco persistente.
  • Se genera inseguridad e inestabilidad personal y familiar (el otro puede divorciarse cuando quiera).
  • La persona humana pierde dignidad pues pasa a ser considerada como objeto de uso y deshecho.
3. Pero permitir el divorcio no impide seguir casados.- Con leyes divorcistas uno puede seguir casado; y con una ley indisoluble sigue habiendo adulterios. El problema no está en lo que se pueda hacer sino en lo que se desea proteger. Y la familia estará más protegida si la ley prohibe el divorcio.
4. ¿Qué puede hacer quien desee casarse con más seguridad? Si en un país las leyes matrimoniales no proporcionan seguridad por no defender la estabilidad e indisolubilidad matrimonial, cabe buscar esa seguridad amparándose en otras leyes, principalmente de tipo económico que suelen ser las más protegidas. Por ejemplo, cabe redactar ante notario una cláusula de rescisión valorada en miles de millones.
5. Es curioso.- Sí. Es curioso que en algún país las leyes protejan con cuidado el cumplimiento de acuerdos económicos, y dejen inseguro el compromiso de entrega mutua de cuerpos y personas. Es curioso que la familia esté allí desamparada por la ley.
6. ¿Ante problemas matrimoniales conviene acudir a leyes y abogados? No es buena idea. Es mejor conversar entre ambos en momentos de serenidad, o acudir a personas prudentes que deseen ayudarles a conservar su matrimonio. Se puede ir a un abogado de buena conciencia como mediador, para resolver juntos algún tema, o prever abusos. Pero a menudo la idea de abogado suele ir unida a la de pleito, y no se pleitea con quien se ama.
EL DIVORCIO Y LA RELIGIÓN
1. ¿Por qué la Iglesia impide comulgar a los divorciados? La Iglesia no admite el divorcio, pues en las enseñanzas de Cristo el matrimonio se mantiene hasta que la muerte los separa. Según esto, se prohibe comulgar a los divorciados que se han casado de nuevo, porque el matrimonio anterior sigue siendo válido y por tanto el nuevo es un adulterio. Entonces, como no hay arrepentimiento ni propósito de la enmienda, no es posible acudir a la confesión. Y desde luego no se puede comulgar con pecado grave.
2. ¿El divorcio es rechazable por motivos religiosos? Hay varias religiones que rechazan el divorcio. Pero los motivos religiosos no son los únicos que se oponen al divorcio.
3. ¿Un gobernante ateo puede oponerse al divorcio? Puede defender la indivisolubilidad, o al menos dificultar el divorcio por el bien del país:
  • Los hijos de padres divorciados causan mayores problemas educativos y de convivencia.
  • El tanto por ciento de delincuentes es mayor entre hijos de divorciados.
  • Los problemas económicos y sociales aumentan con el divorcio. Una familia unida suele apoyarse mejor en situaciones difíciles.
  • Se puede ser ateo y decidir proteger la estabilidad matrimonial, por considerarlo mejor que su contrario.

matrimonio

FINES Y PROPIEDADES DEL MATRIMONIO
1. Tipos de unión entre personas.- Las personas se unen de diferente modo según los fines que pretendan. Así hay uniones profesionales, deportivas, comerciales, etc.
2. ¿Existen uniones para tener placeres sexuales? Estas uniones reciben varios nombres según lo que se pretende realizar: concubinatos, adulterios, uniones sodomíticas (homosexuales), etc.
3. ¿El matrimonio es una unión para tener placeres sexuales? No, no. El matrimonio no se incluye entre este tipo de uniones. Quienes buscan sexo prefieren obtenerlo sin compromisos y sin necesidad de casarse. Quienes se casan no lo hacen con el fin principal de obtener esos placeres.
4. ¿Cuál es el fin del matrimonio? El fin del matrimonio es formar una familia. Y esto implica dos fines:
  • El amor a los hijos.- Quienes se casan desean el bien a sus hijos (primero el don de la vida; luego, su educación; incluyendo la felicidad eterna). Quienes desean tener hijos se casan. Este es el fin principal del matrimonio.
  • El amor mutuo.- El apoyo, la ayuda, el deseo de buscar el bien del otro. Aquí puede ser interesante ver el amor.
5. Consecuencias.
  • Normalmente una familia requiere una vida en común más o menos intensa, por el bien de los hijos y de los esposos. Sin embargo, el mismo bien de todos admite excepciones a esta regla. Por ejemplo, los marinos, los que trabajan en el extranjero, etc.
  • El bien de los hijos exige al matrimonio una estabilidad hasta su emancipación o al menos hasta su mayoría de edad. Más aún, los hijos no desean que sus padres se separen nunca.
  • El amor mutuo reclama el respeto a la dignidad del otro.
6. ¿Qué reclama la dignidad del otro? Sobre esto puede verse el tema dignidad. Resumamos:
  • La dignidad del alma exige un respeto a su religión y prácticas piadosas. Y eleva la categoría del cuerpo.
  • La dignidad del cuerpo reclama una entrega mutua y exclusiva, de modo que un ser humano no vaya de mano en mano, como un objeto. Esto descarta la poligamia, el divorcio, el adulterio, etc. De aquí nacen las propiedades esenciales del matrimonio.
7. ¿Cuáles son las propiedades esenciales del matrimonio? Son dos y suelen resumirse en la frase: uno con una y para siempre.
  • unidad: uno con una.
  • indisolubilidad: para siempre.
8. ¿Estas propiedades son sólo del matrimonio católico? La Iglesia católica cuida mucho la dignidad de los seres humanos, pero la unidad e indisolubilidad del matrimonio son consecuencia de la dignidad humana, con independencia de la religión que se practique.
9. ¿Y qué añade el matrimonio católico? El sacramento del matrimonio:
  • aporta ayudas divinas para cumplir los deberes matrimoniales.
  • fortalece la estabilidad, dando mayor seriedad al compromiso. Añade un vínculo espiritual comparable al de Cristo con su Iglesia.
B. ¿CÓMO SE LLEGA AL MATRIMONIO?
1. ¿Qué proceso conduce al matrimonio? En general suele seguirse este camino:
- De modo natural hay una atracción mutua entre personas de sexo opuesto.
- Esa atracción general se intensifica hacia una persona. Hay un deseo de estar con ella, de verla, de conversar. Hasta aquí nos movemos en el campo del amor-sentimiento: esa persona me cae bien.
- Enseguida surge un deseo de buscar el bien para esa persona, y comenzamos a entrar en el terreno del amor-caridad. (Sobre los dos tipos de amor, ver amor).
- Aparece una bifurcación:
  • Si la atracción mutua se deja sin control, el instinto animal se impone, y se buscan y obtienen placeres sexuales. De este modo, el amado pasa a ser algo que me da gusto. Lo aprecio y lo utilizo. Así se llega a la fornicación, amor libre, amantes, etc.
  • Si el egoísmo se domina y se dan pasos en el servicio hacia esa persona, el amor-caridad aumenta, y llega un momento en que uno desea dedicar la vida entera al otro. Esta entrega mutua conduce al matrimonio.
C. ¿CÓMO CONSERVAR EL MATRIMONIO?
1. ¿Cómo mantener el matrimonio? El matrimonio se conserva en la medida que se mantienen los motivos que lo originaron: el amor, el deseo de formar una familia, tener hijos y educarlos, el deseo de ayudarse mutuamente, etc.
2. ¿Ejemplos sobre conservar el amor? El amor presenta dos facetas y conviene fomentar las dos.
  • El amor-caridad se refuerza buscando el modo de hacer un bien o un servicio al otro, o a la familia.
  • El amor-sentimiento es menos estable y reclama varios cuidados. Por ejemplo:
    - Olvidar pronto los fallos del otro, para que no alimentar el odio.
    - Prestar atención a los aciertos y buenas cualidades del otro, para reforzar los sentimientos de aprecio.
3. ¿Qué cualidades favorecen la estabilidad matrimonial? Hay varias que conviene ejercitar:
  • El dominio de los propios gustos, para saber ceder cuando sea necesario (los dos).
  • La paciencia, evitando muchos males mayores.
  • El control de la ira y la lengua, evitando hechos y palabras que separan.
  • Un ánimo generoso y servicial, que disminuya el egoísmo. Esto no significa que uno deba hacerlo todo. Los demás han de colaborar, para que ellos también sean serviciales y generosos.
4. ¿Y la lealtad? Desde luego la lealtad es imprescindible: uno debe ser fiel a la palabra dada y cumplir los compromisos adquiridos. Por ejemplo, en las discusiones no se debe amenazar con la separación o el divorcio. La fidelidad es intocable, no se juega con ella.
5. ¿Los hijos refuerzan el matrimonio? Mucho, y por varios motivos:
  • Cada hijo aporta alegrías y dificultades. Y pasar juntos esos momentos fortalece la unión de los esposos.
  • Cada hijo reclama atención y libera del egoísmo. Se adquiere la costumbre de interesarse por los demás, y allí se incluye al otro.
  • El deber de cuidar a los hijos aumenta la responsabilidad de mantenerse unidos.
6. ¿El sexo ayuda? La atracción natural entre los dos sexos es buena ayuda para reforzar la unión. Esta ayuda disminuye en los lugares donde se acepta la pornografía, pues con ella el atractivo sexual se dirige hacia otra persona o hacia placeres propios.
7. ¿Y si ya no nos queremos? Pues ámense: fomenten su amor, enamórense de nuevo, estrenen de nuevo su noviazgo, cortejen a su marido, a su mujer... Es el amor de su vida.